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viernes, 14 de mayo de 2010

Sobre la economía informal

En Bolivia se creyó que la vuelta a la democracia, ocurrida en 1982, significaría un avance en diversas áreas. Pero el solo hecho de adoptar un sistema democrático de ninguna manera significa progreso, debe necesariamente ir acompañada de un fortalecimiento de las instituciones de gobierno que garanticen la seguridad jurídica, así como del fortalecimiento de la economía.
Con la perspectiva que da el tiempo, se puede constatar que ninguno de los requisitos mencionados anteriormente ha sido cumplido. La democracia no se fortaleció, es más se cayó en el cuoteo político y pactos entre partidos; consecuentemente la seguridad jurídica dependió de las alianzas o contactos que se tuvieran con los agentes de la administración pública, de esta manera se puso un freno a la creación de una economía de mercado y necesariamente se produjo la expansión de los comercios informales, ¿pero es eso malo? Para las unidades familiares no lo es en absoluto, pero para la economía de un Estado es como una gangrena que la carcome poco a poco. La razón es simple, si pensamos que los ingresos más seguros de un Estado provienen de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos, entonces a mayor riqueza existirá una mayor carga impositiva; pero si el mismo sistema provoca que se necesiten contactos con agentes de la administración pública, entonces es lógico que la mayoría no quiera tener un negocio formal. La única salida es entonces dedicarse al comercio informal, esto es adquirir productos y simplemente venderlos en la calle. Yo podría, por ejemplo, adquirir productos de higiene personal y venderlos en una caseta, con el único requisito de pagar una patente municipal. Esto significa que se produce necesariamente una economía informal que podrá producir riqueza para algunos, pero que no aporta al incremento del PIB y menos aún podrá significar un ingreso suficiente para el Estado como para la construcción de caminos, hospitales o escuelas.
Pero me olvidaba decir que, en el caso boliviano, la cereza sobre la torta lo constituyen las normas jurídicas que versan sobre la tributación, los cuales han establecido la existencia de regímenes especiales de tributación; lo que en los hechos constituye un fomento al comercio informal.
La gravedad de lo expuesto versa en el hecho de que la economía es de base estrecha, lo que significa que unos cuantos son los que cargan sobre sus espaldas la carga impositiva, lo que por supuesto no les agrada a estas personas. Ello hace que se dependa más de exportaciones de recursos naturales y préstamos de entidades como en Banco Mundial. Es un freno al desarrollo de las clases medias. Y es sabido que el desarrollo de un Estado depende de la expansión de la clase media; porque, por un lado los pobres no tienen más que su miseria, pero por otro lado los ricos son demasiado tendientes a pensar más en su propia conveniencia.
La solución a este problema es holístico, debe atacar varios aspectos del mismo al mismo tiempo. Será necesario entonces hacer una reforma del sistema impositivo, fortalecer las instituciones gubernamentales, hacer que la función pública se base en la meritocracia y no en el prebendalismo, lograr que la democracia se fortalezca, hacer que el mercado se reforme logrando la creación de uno interno, y un largo etcétera.